Lamento que a alguien le pueda molestar, pero permítanme expresar mi inquietud: me sorprende --y mucho-- escuchar a habitantes de ese paraíso, que casi por definición suelen ser respetuosos de la Naturaleza, conservacionistas y defensores de la vida natural, proponer recetas para exterminar... ¡abejas!
Me preocupa más aún que las propuestas demuestren tan poco conocimiento de la organización de las abejas, porque se enfrentan prácticamente a un imposible. Me explico: la vida de las abejas gira alrededor de la reina, única reproductora de la especie, y las obreras son las encargadas de servirla y defenderla. Las obreras de una colmena actúan como células de un organismo más que como individuos, y su vida es descartable: literalmente dan la vida por su reina, porque como casi todo el mundo sabe, el picar y retirar el aguijón destroza su propio cuerpo, y mueren.
Entonces: mientras la reina esté viva y haya una sola obrera para defenderla, esa obrera dará su vida por ella. Eso hace que, ante una amenaza, miles de abejas pueden salir a defender su colmena, ataque que puede ser mortal para una persona alérgica, o para cualquier otra que reciba más de 100 picaduras, o sólo unas pocas en la boca o la lengua.
Entiendo la dificultad de la situación, pero aún a riesgo de resultar cargoso, insisto: cuesta bastante trabajo formar un enjambre, es muy valioso para un apicultor, que seguramente se alegrará de extraerlo sin dañar su estructura. No es una tarea fácil, no es para legos ni improvisados, pero un profesional experto sabe cómo hacerlo.
Mi humilde idea sería: no maten la vida que nos beneficia, y tampoco corran riesgos con soluciones improvisadas que pueden salir muy mal.
Un abrazo,
Osvaldo.