Dada la alarmante contaminación inorgánica de las aguas con arsénico, cromo, plomo, cianuros, bario, mercurio, ácidos, glifosato de herbicidas, pesticidas y residuos tóxicos de distintas industrias que no elimina naturalmente el organismo, sino que se alojan en el páncreas, hígado y distintos órganos, causando enfermedades como el cáncer, leucemia ,enfermedades nerviosas, cerebrales, cardíacas, dolores de huesos, enfermedades autoinmunes, gástricas, hepáticas, afecciones de la piel a la persona o a su descendencia genéticamente, es necesario tratar y filtrar el agua de beber, cocinar, etc.
Esta contaminación inorgánica no se percibe por nuestros sentidos, pasando inadvertida por sistemas de saneamiento, por lo cual, ante una contaminación tan generalizada lo único que nos garantiza beber agua libre de contaminantes es filtrar las aguas personalmente.