Se había hecho tarde... fue un día maravilloso, de festejo y entre amigos... Marcela se ofreció llevarnos a continente.
Subimos a su embarcación, raudas y prontas, para emprender la navegada por el Carapa... Monina se ubicó de "copiloto"... yo al frente, admirando el paisaje.
Tigre inundó nuestros ojos con sus luces ribereñas, y nuestros oídos se llenaron de esos hermosos sonidos que provienen de las colectivas... Y ya teníamos a la vista, nuestro destino: la guardería.
Entramos al embarcadero y Marcela ubica la lancha para que baje... así lo hice, pensando que detrás mío vendría Monina... si... pero no...
Parada en la rampa, observo incrédula que Marcela seguía manejando la lancha y que Monina seguía a su lado... iban y venían, como perro que no sabe donde acobacharse... yo miraba y seguís sin entender por que designios del Destino, esta mujer no atracaba!!!!!
La respuesta a mis miles de interrogantes, no tardaría en llegar: Monina no quería bajar!!!!
¿Cómo se resolvería semejante dilema? No lo supe, ni siquiera me imaginé lo que estaba a punto de presenciar...
Veo que Marcela coloca la popa de su lancha en la pluma... la lancha se encaja en la pluma... Marcela que baja... pero... ¿¿¿y Monina?
? NOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!!
Ella, sólo ella, sentada todavía en su lugar de copiloto, comienza a subir... y sube... y siguió subiendo!!!!!!!!! Yo la miraba como si fuera la mismísima imagen de una diosa griega!!!! No lo podía creer!!!!!!!!!!!!
Y ELLA (si, con mayúsculas) desde aquellas alturas, comenzó a flamear su mano, saludando a la multitud, emulando a cualquier figura de renombre...
Y yo, como simple mortal que soy, seguía observando esa imagen que, por los siglos de los siglos, quedará grababa en mis retinas.
Ahora, nunca pude responder una gran duda que, hasta el día de hoy, me acompaña... La Monina tenía miedo de bajar de la lancha al playón... ¿no tuvo miedo de caerse y hacerse mierda contra el piso?