Si algún despistado se acerca a El Despertar y pregunta si allí se practica el Paintball (o como se llame), le tiro primero con los huesos del asado del día anterior, después con ese menjunje de tiner-gasoil-aceitequemau-aceitelino que me sobró de la tentativa de reacondicionar el muelle, le tiro también con los carozos de damasco que junto para el día que termine de armar la huerta del fondo, con los envases vacíos, con tacos de leña que ya no sirven, con las piñas secas, la pintura sobrante y de paso con los tarros vacíos, el remo de la lancha, la roldana que todavía no pude instalar y de paso la cadena, y al fin le chumbo al Bandido, y, si se pone muy rebelde el asunto, le largo a la María Dolores que cuando está encendida no hay quien se las banque. Paintball GO HOME. Not in my Island.