Hace un par de semanas fuimos a visitar a un hijo que vive en Corrientes.
Después de una tormenta, mi mujer encontró caído un pichón de benteveo y, al no poderlo regresar a su hogar, lo tomó bajo su cuidado.
Con toda la paciencia del mundo, lo alimentó con pedacitos de pan remojados, carne picada, trocitos de frutas, en fin, las cosas que comen los benteveos…
A los dos días del rescate, estaba el pichón a no más de cuatro o cinco metros de nosotros, suelto en el pasto y cerca de él, la bandejita donde mi mujer tenía su comida cuando, para nuestro asombro, se acercó un benteveo adulto, tomó un poco de comida de la bandeja ¡y se lo dio en el pico al pichón! Evidentemente, pensamos, es uno de los padres, que tienen el nido por aquí, aunque no lo podamos ubicar.
Esta rutina continuó, varias veces por día, durante los tres días restantes de nuestra visita.
Cuando nuestra visita llegó a su fin, decidimos traérnoslo, porque todavía le era imposible valerse por si mismo; de manera que, pichón en caja, partimos para Vuelta de Obligado.
¡Y aquí, el asombro se duplicó! A poco de llegar, estando el pichón afuera, en su cajita-hogar, se acercó otro benteveo adulto. Mi mujer, para ver qué pasaba, sacó el pichón de la caja y lo puso en el pasto con su bandeja de comida al lado. ¡Y el adulto tomó comida de la bandeja y se la dio al pichón en el pico!
Estamos a 900Km del lugar donde recogimos al pichón, por lo tanto, es imposible que sea alguno de sus padres.
Pero esto no acabó allí. Dos días después, nos vinimos para Buenos Aires, a San Isidro, ¡y volvió a pasar lo mismo! Sacamos el pichón al jardín y, al poco rato, se acerca un benteveo adulto y le da de comer.
Esto no puede ser casualidad. Los benteveos se ocupan de sus congéneres necesitados.
Estamos esperando que el pichón vuele para que haga su vida normal.
Mientras tanto, viendo tanto chico suelto y abandonado, pensamos ¿Cuáles son los animales evolucionados? ¿Nosotros o los benteveos?
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