ESPERO LES GUSTE ES MI RECUERDO DE ESTE RIO
El Paraná Bravo
Ancho, caudaloso, profundo, visto miles de veces, navegado buscando la corriente, los remolinos, las olas que salpican y las que llenan la canoa de agua, las que al cruzar asustan y después la calma cercana a la orilla para secar la cara de la tristeza melancólica, esa tristeza dulce que me hace sentir comúnmente desdichado pero importante por lo parecida que es esta sensación a la de los protagonistas de la novela, entonces sentimos que estamos escribiendo el libro de muestra vida.
Ese rio que noche tras noche fue testigo de mis desencantos, de ese amor histérico de la adolescencia, que duele y acaricia el alma al mismo tiempo, casi siempre con sensaciones ambiguas, pocas veces en plenitud.
La pregunta surge de la nada…
¿Qué hace que seamos victimas de nuestros pensamientos?
Deberíamos ser los afortunados que disfrutamos de ellos, sin embargo el rio es el recipiente de las lagrimas que caen y se transforman en rio, pero el mismo rio también se transforma en lagrimas y somos uno con el rio, somos uno con esa inmensidad que es un vaivén de agua en movimiento, esa inmensidad que adormece los sentidos.
En el rio, allá en el “Bravo”, allá en la isla somos parte del paisaje, el isleño es silencioso, es sereno, escucha, ve todo pero no habla, solo calla y observa, como el paisaje, como dándole marco a los acontecimientos, testigo de la historia, testigo mudo, a diferencia de otros paisajes conocidos, la montaña, las sierras y el mar donde los habitantes son solo testigos de una inmensidad, no son parte, solo observadores de la magnífica obra del Creador.
Pero el Bravo es una emoción, es una alfombra de agua color barro que a los ojos se desliza rápido como escurriéndose, como queriendo escapar a las emociones de quienes lo observamos, como queriendo limpiar la mente de los “isleros” que solo observan, que solo miran y callan historias, que solo miran y callan sucesos, que luego con el tiempo se transforman en acontecimientos históricos, sucesos atravesados por el miedo silencioso de los habitantes de “La Isla”.
Estos sucesos que hoy después de mucha agua escurriéndose por el Bravo, mucho agua sin poder limpiar los recuerdos, agua que corre sin haber borrado nada de la historia, solo borró los detalles que no parecen importantes, solo borró cosas superfluas, pero aquello que se grabó a través de los sentidos, jamás se olvida, solo se necesita que aparezca algo que active alguno de esos sentidos para que se despierten las emociones y todo vuelva a ser como entonces.
Viajero del Alma