Mojarme los pies con la creciente era lo mas, también el olor a las tortas fritas de mi abuela, junto con un mate cocido, la cocina económica con el fuego encendido en las tardes de invierno con ese solcito que acurruca, tapado con la frazada en el sillón de mimbre mirando los dibujitos de la tarde, el pájaro loco, el lagarto Juancho, los tres chiflados y el “no gastes la batería”, la tele noblex 24´ funcionaba a batería, el sábado a la noche había que ver las películas de Abbot y Costelo, si la gastas tarda unas horas en cargarse, Sábados de súper acción por el canal once o sábados circulares con Pipo Mancera, claro en invierno a la tarde cuando sos chico en la isla no hay mucho para hacer.
Ese libro que me habían regalado que me leí 80 veces y ya me lo sabia de memoria, era tanta la necesidad de leer algo que me leía hasta los prospectos de los remedios de la abuela, este para la diabetes, este para la hemiplejía.
Los jamones que el abuelo colgaba en la cocina para que se curaran, el pan casero hecho en el horno de barro, ese que con la creciente el agua le entró y lo derrumbó, la creciente, me parecía impresionante eso de amarrar la canoa y la lancha en el pasamanos de la escalera de la casa.Mis sentimientos y recuerdos son alegres y tristes al mismo tiempo. La vuelta del colegio en la lancha escolar que manejaba mi tío Héctor, la tristeza del café caliente en soledad a mis 11 años esperando su vuelta del recorrido para cenar juntos. Tristeza que me hacia sentir esa sensación de poseer un sentimiento
único, era mío, era raro. ¡Feliz por estar triste!
Lobo
Solo con la compañía del Lobo, marrón, grande, mezcla de costa, playa y barro, compañero de aventuras, a mis 7 años hicimos esa travesía hasta el rancho de los peones. ¿Te acordás lobo?
Eran como 400 metros, por la costa, por el sendero, cruzamos dos zanjas de un salto, a vos te resultaba mas fácil, yo puse un palo y salte, me sentía un garrochista.
¡Que aventura!
el zanjón era más difícil, tenía puente, había que agarrarse del pasamano, estaba muy alto, ¿Te acordás?
Vos siempre conmigo, como cuidándome.
¡Pucha que era lindo el Bravo, aunque no había tele todavía, que importa!
A la vuelta, la pregunta y el reproche, a cuidar las orejas.
"Papa" (el abuelo) se enojaba. -¿Donde estabas?
Como explicarle que fue una gran aventura, que nos fuimos con el Lobo a explorar el terreno para ver si había indios, o si los piratas habían desembarcado, o si tarzan ya estaba en casa, o si eso de sentirse "mogwli" estaba bueno.
Cuando murió fue la misma sensación, tristeza, vacio, solo dije -Chau Lobo.
Cosa rara la soledad, muy extraño querer estar solo y sufrirlo.
Leyendo a Lope de Vega se entiende lo lindo que es sentir esto de…
Mi rio querido
Los amantes te redimen
sellado a besos su pacto
rio arriba, rio abajo
todas las lunas del año.