En un artículo del diario El Mundo, en el que Roberto Arlt grabó para siempre sus Aguafuertes Porteñas, el 4 de diciembre de 1941, escribió:
"Para sobrevivir en las islas hay que tener pasión por la libertad bucólica que nace de la fraternidad con la tierra y el árbol. Hay hombres que tienen la pasión del dinero que pueden producir el árbol sobre la tierra y esos están condenados a ver quebrados sus esfuerzos. Podrían tener éxito en la llanura o en las montañas, nunca lo tendrán en el Delta."
"Allí fracasaron compañías organizadas para explotar la producción local. El albardón, el pajonal, la laguna, la tierra floja que casi nunca soporta el peso de un tractor, las alimañas que se multiplican, anularon el esfuerzo de sociedades que para prosperar tienen que contabilizar el esfuerzo. La pala y la guadaña de hoja corta son los únicos instrumentos que permiten abrirse paso en ese reducido espejo del infierno verde.
De allí que las islas han sido colonizadas, no por hombres que pretendían enriquecerse, sino por hombres que querían vivir sin que les fatigaran la dignidad."