Tenemos que darnos cuenta de ciertas cosas que están pasando. Primero, está de manifiesto que, como comunidad, somos un desastre. Siempre estamos desperdigados, cuesta mucho juntarse, pensamos todos de diferente modo, cuando suceden robos se mira para el costado, etc. Estas características nuestras, hacen que seamos un buen alimento para los buitres. No hacemos oposición a nada y lo peor es que debe haber un gran porcentaje de población isleña que apoya (sin pensar) al Municipio, porque él mismo lo subsidia con alimentos, planes, materiales, etc. Todo este panorama hace que no seamos capaces de juntarnos entre tres y arreglar un maldito muelle. Ahora, y a diferencia del periodo Ubieto, el Municipio a demostrado un renovadísmo interés por la isla. Ha hecho una inversión de dos años consistente en: una asistencia social desmedida, descontrolada y clientelísta-Las puertas permanentemente abiertas de la Delegación de islas como una invitación a la amistad-La presencia constante (a través de muelles, puentes y obras en gral) del Estado municipal en la isla-El festejo del día del Isleño-las amarras, etc. Salvo de la volteada a las amarras, que realmente son, una simplificación relevante de nuestras vidas. De alguna manera ahora tenemos que pagar los festejos del día del isleño en el Sarmiento. Pero la gente no lo ve, porque la gente quiere pan y circo. La vida en la isla siempre fue dura y solitaria, siempre (mal o bien) pudimos arreglarnos para vivir en este contexto. Por las nuestras. No entiendo como podemos esperar todo del Estado. Se le rompió una tabla a la escuela: hay que llamar a la Muni, hay una zanja pedorra y se necesita un puente: llamemos a la Muni, se me encarnó la uña del dedo meñique: llamo a la Muni.